Por Sergio Daniel Galliano*
Ya culminó otro mundial de fútbol y con ello, para quienes nacimos en la República Argentina, nos queda al alegría de haber obtenido el título de campeón mundial en un país lejano, en una ceremonia que se lleva a cabo cada cuatro años. Allí, quienes han tenido la obligación de honrar la celeste y blanca lo han hecho por orgullo propio, por amor a la camiseta, aún teniendo en cuenta la millonada de pesos que ingresan en sus bolsillos.
Felicitaciones a todos ellos, porque han cumplido con el objetivo. Debemos tener en cuenta cuántas horas de arduo trabajo debieron afrontar en el transcurso de estos cuatro años, para llegar a cumplir con el mismo. Y con un seleccionador que supo darle a cada uno de sus dirigidos, el voto de confianza para sobresalir en la tarea que les ha sido asignada para cuando debiera entrar al campo de juego. A este grupo de jugadores y director técnico (DT) se los conoció como «La Scaloneta».
Hago esta introducción porque recuerdo haber oído muchos años atrás, que hubo una Argentina a la que se le llamó «el granero del mundo». Obviamente todos sus jugadores en esa ocasión elegidos por nosotros el pueblo, o por la mayoría, se habían puesto la camiseta y habían dejado bien en alto la bandera argentina.
El tiempo, cruel tirano, pasa para todos. Y muchos de estos jugadores del granero se fueron de este mundo, como es ley de la vida. Así es como surgieron otros seleccionados con otros directores técnicos también elegidos por el pueblo, aunque no por todos, que cambiaron las tácticas, el estilo de juego fue más mezquino, ya no había producción ni elaboración de buen juego.
La gente se fue quejando, cada vez más disconformes, más que nada con el DT y su grupo de colaboradores. Y aunque cada cuatro años estaba latente la esperanza de que surgiese otro equipo que tuviese ese amor por la camiseta tan deseado. Cada vez más la frialdad, la apatía se hacía más visible, más evidente, aunque tanto el DT como sus colaboradores, y aún un grupo de sus dirigidos, tratasen de maquillar el mal desempeño que venían ofreciendo año tras año, mes tras mes, día tras día, mediante los micrófonos.
¿Dónde había quedado esa Argentina, esa selección de esforzados y valientes que hicieron que a este bendito país se le reconociese mundialmente como el granero del mundo?. ¿Y dónde estaban esos dirigentes que se preocupaban por que sus dirigidos gozaran de todas las condiciones para cumplir eficientemente con el papel para el que habían sido asignados?
Y así es que llegamos a este presente, en que unos esforzados, no elegidos directamente por nosotros y muchos de ellos elegidos en estos últimos cuatro años, nos dieran esta alegría que durará tal vez unos días, unos meses… Está bien, recordemos que ganan buena platita.
Y por el otro lado, el equipo que debe darnos alegría, hace tiempo nos produce «alergia». Y cada cuatro años, todavía, debemos ser nosotros quienes los elijamos, y se olvidaron de aquellos que forjaron el granero del mundo. Y ya no les interesa que sus dirigidos gocen de condiciones favorables de trabajo. Tampoco se ponen los cortos y se capacitan para dar ese estilo de juego que hizo grande a la Argentina. Se han vuelto muy mezquinos, ofrecen un juego que hace doler los ojos a los espectadores, que somos casi todos los argentinos. Ah, eso sí, estos también ganan buena plata.
¿Habrá esperanza de que se pongan de nuevo la camiseta para representarla de la mejor manera? Mmm… el tiempo lo dirá.
El granero del mundo, al que tanto alude el autor de esta nota, es un triste simbolo de la Patria agraria que represento a la oligarquia terrateniente de nuestro pais y que tanto daño hizo a nuestra economia por entender que solo bastaba con la produccion agricola para forjar el desarrollo de nuestra nacion. Obviamente lo hacian para defender sus propios intereses y no los de la sociedad en su conjunto.
No comparto tampoco el mensaje que pretende dejar el autor en esta nota. No todos nuestros gobernantes, en estos jovenes 40 años de democracia (por tomar una pequeña y reciente porcion de nuestra historia), tuvieron esa mezquina actitud de pensar solo en defender sus propios intereses. Y si bien este es el juego de la democracia (bastante bastardeada ultimamente), todavia hay quienes pensamos en una Patria Justa, Libre y Soberana.
Coincido con el comentario de Alberto Barrea, y agrego unos párrafos del historiador Felipe Pigna con respecto a la idolatrización de lo que se llamó «granero del mundo»: Autor: Felipe Pigna
«Nos han enseñado, con particular empeño, el concepto “granero del mundo” para que lo aceptemos y asimilemos como algo positivo, como la referencia a una edad de oro de nuestro país a la que siempre sería deseable volver. En realidad se trata de la mejor definición de la condena –decretada por el mercado mundial y aceptada con gusto y beneficio por nuestras oligarquías locales– a ser proveedores de materias primas y compradores de productos elaborados, muchas veces con nuestros mismos productos primarios.
Un granero es un depósito, un lugar inanimado. Allí no hay trabajo, valor agregado en términos económicos, sino para unos pocos. El trabajo, los puestos de empleo, los exportábamos junto con nuestras vacas, ovejas y trigos a Inglaterra. Allí se transformaban en sweaters, zapatos y carne congelada, que eran exportados al mundo y a la propia Argentina, con enormes ganancias».
GENIAL , SERGIO, ESPERO QUE TE ENTIENDAN LOS QUE NO QUIEREN VER Y SE AVERGÜENCEN LOS QUE LOS SIGUEN APOYANDO PARA SEGUIR LUCRANDO A COSTA DEL PAIS
Agrego a la nota de Daniel Galliano, que no son todos los políticos iguales. El país de pocos («Granero del Mundo»), fue contrarrestado por un país para las mayorías, un país productivo e industrial, que comenzó con Hipólito Yrigoyen y continuó Perón, donde se incluyó a la clase trabajadora en el pilar de la Patria, teniendo derechos antes pisoteados por el país Granero. Las dictaduras posteriores y la era del «menemato», intentaron barrer esas conquistas. Recién en el 2003 se puso nuevamente en marcha el país, hasta que nuevamente, (2015-2019 Macri), se volvió a endeudar de una forma faraónica, pidiendo dinero al FMI para luego fugarlo. Lo cual nos va a costar mucho salir. Y ahí sí, los Pueblos debemos ponernos la camiseta celeste y blanca para poner en marcha ese país para las mayorías, y tener memoria para no repetir la misma cantinela de un país granero. Muchas gracias por el espacio y felicito al promotor de éste medio informativo