El espacio es un impulso decisivo para un emprendimiento que nuclea a ocho artesanas locales.
El intendente de Tanti, Luis Azar, inauguró el viernes el lavadero de lana municipal. El espacio es un impulso para el emprendimiento “Tanti Hila”, de las artesanas de la lana, que ya nuclea a ocho mujeres. La presentación se realizó el viernes a las 10.30, en las instalaciones que el municipio brindará al emprendimiento. El mismo se encuentra al fondo del corralón municipal, ubicado en calle Alberdi, a metros de Belgrano, en el barrio Los Sauces.
La máquina de lavar la lana, que puede procesar hasta un kilo de materia prima en cinco minutos, es un desarrollo propio de Tanti, que se produjo con el asesoramiento de Horacio Jauregui Lorda, artesano del hilado y fabricante de ruecas. En una reunión que contó con la presencia del intendente Azar, Jauregui Lorda le explicó a las artesanas presentes cómo funciona el artefacto.
Azar destacó la calidad de la lana que se produce en la zona de Tanti, indicando que es “sin espina, sin cepa caballo. Toda esta es una lana muy limpia, aquí no hay monte, ni arbusto que tenga gran cantidad de vegetal ni espina. Es una lana limpia entonces cuesta mucho menos el lavado, que se hace más rápido y solo requiere un proceso mecánico con agua a alta temperatura”.
El intendente también destacó el aspecto ambiental del proyecto, al indicar que no se usa ningún tipo de detergentes en el lavado, el agua se reutiliza y el agua con sales de potasio será aprovechada en un vivero municipal que próximamente se va a instalar en el mismo predio.
El funcionario explicó que estas artesanas también han recibido ruecas que tienen en sus viviendas particulares para que puedan hilar y formar el ovillo con el que después se tejen las prendas, y que están viendo la posibilidad de que otras personas que quieran llevar adelante esta actividad se puedan sumar al espacio.
El ciclo de la lana
La industria de la lana del cordero es un proyecto que se viene desarrollando desde hace seis años, y que atravesó una etapa difícil durante la pandemia. “Se redujo mucho el grupo”, indicó una de las artesanas.
El ciclo comienza con la compra de la lana a los productores locales de ganado ovino, que son entre 20 y 25 según estimaciones del municipio, la mayoría de ellos son los padres de los niños que concurren a la escuela de Los Gigantes. En general, las ovejas se esquilan entre septiembre y octubre.
Como los productores de corderos lo hacían fundamentalmente para la industria gastronónima, la lana se desperdiciaba, e incluso era un problema para los productores, según nos comentan desde el municipio.
Pero ahora la municipalidad le compra esa lana a los productores, “pagándoles un buen precio y en efectivo”, destacó Luis Azar.
Luego, la lana se acopia en las instalaciones del lavadero, en el corralón municipal de Tanti. Las artesanas luego la clasifican, separando la materia prima de cualquier impureza que pueda haber en el material. Posteriormente, ponen la lana a lavar en sacos de red que tienen una capacidad que ronda los 250 gramos. Estos sacos se enganchan, de a cuatro por vez, en el tambor de la máquina lavadora.
Luego de cinco minutos de funcionamiento, la lana se encuentra lavada, lista para poner a secar. El agua que se utiliza, en tanto, se canaliza por un sistema que incluye filtros y tanques tamizadores. Esto permite su purificación y reutilización, de modo que no se derroche ese bien tan preciado en la localidad.
La lana lavada es cedida por la municipalidad, gratuitamente, a las artesanas. Ellas luego la hilan en ruecas que tienen en sus domicilios. Finalmente se conforman los ovillos y se realizan las prendas, ya sea mediante costura a dos agujas o a través de un telar.
Las artesanas plantearon que la máquina es “fundamental” para estos emprendimientos, ya que el lavado de otra forma se hace muy difícil. “Es esencial para nuestra actividad”, dijo la mujer.