Por Carolina Dardi*
“Objetivo 6 de Desarrollo Sostenible: Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”, Agenda 2030 – Organización Naciones Unidas.
Hace un tiempo atrás en pandemia, en la Cátedra del Agua que coordina el Dr. Mg. Aníbal Faccendini en la Universidad Nacional de Rosario, donde el filósofo brasileño Leonardo Boff también era parte de estos encuentros virtuales junto a otros destacados colaboradores, es que llega a nuestras manos su libro «La nueva humanización del ambiente del agua y del espacio en nuestra tierra común», a partir del cual nos permitimos reflexionar.
Vivimos, dentro del contexto de nuestro tránsito nómade, en un pueblo de montaña colmado de arroyos, piletas naturales y cascadas, pero el agua aquí se compra, ¡sí!, no tenemos suministro de agua hace días, tenemos que elegir que priorizar para su uso.
Si bien el 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos; en noviembre de 2002, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales adoptó la Observación General Nº 15 sobre el derecho al agua. El artículo I.1 establece que «El derecho humano al agua es indispensable para una vida humana digna». La Observación Nº 15 también define el derecho al agua como el derecho de cada uno a disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para su uso personal y doméstico.
Parece que es importante denotar como estas carencias están «normalizadas», transitamos por el Armagedón post-moderno sin percibirlo, dice el autor que en la era de la fordización del tiempo, lo distintivo es la reducción simplista de lo que percibimos.
El libro versa sobre un profundo concepto: LA ESCASEZ SOCIAL DEL AGUA y de cómo esta situación no se aborda como temática ambiental, todo acto político es ambiental y eso genera un delito de lesa ambientalidad, el autor parte de que no se visualiza el biocentrismo porque aún partimos de antropocentrismos, destacando según Zarrilli, que las diferentes formas de organización social no solo incluyen las relaciones entre los individuos sino como dicha organización social lleva a cabo la apropiación de la naturaleza. Cuando la relación con la naturaleza es de conquista-apropiación, la concepción dominante entonces es de ajenidad total del individuo para con el ambiente, afirmando que es denotable la herencia cultural dualista hombre-ambiente que tenemos como sujetos y sociedad.
Manifiesta que no se dan soluciones, sino diletancias, es decir, reflexiono como arquitecta urbanista, la ciudad crece más rápido de lo que la planificamos, y detenta una pérdida del espacio público en manos privadas, un proceso de comercialización del territorio que afecta al ambiente, y ahí como profesionales también podemos posicionarnos. ¿Cuántas ciudades verticales vemos con sus respectivos cubículos de habitar que consumen las insuficientes infraestructuras de nuestras carentes ciudades no planificadas? El espacio público, dice el autor, es acechado constantemente por la fagocitación privada, y es momento de repensar también como la pandemia afectó la densificación de la vivienda social y el papel de nosotros: los arquitectos urbanistas.
La secuencia de biocidios es extensa y la irresponsabilidad sistémica de la posmodernidad fragmentaria, por eso incorpora el concepto de igualdad con la comunidad biológica que descansa en que la racionalidad no da derechos o supremacía al hombre, podemos plasmarlo en esta pregunta que el autor propone: cuando hablamos de derechos humanos, ¿podemos pensarlos como los nuevos derechos de la tierra?, es decir de la vida integral.
Me interesa un vocablo que incorpora, de que no hay ya otredad sino notredad, la observación del observador cambia lo observado decía Heisenberg, es decir debemos romper con las certezas y abrir las puertas al mundo multidisciplinario que creo que es lo que nos falta en los procesos de gestión pública en general.
«Repensar en lo estable de la inestabilidad y como el caos mantiene el equilibrio del desorden»
El autor marca el derrotero ambiental desde el antropocentrismo sistémico, la transición hacia el biocentrismo asistémico para ir a un proceso de consolidación del ambientalismo inclusivo ya que como individuos, la ajenidad con el ambiente nos da una percepción ambiental inexistente.
Es momento que comencemos a pensar diferente, que no seamos ajenos a las problemáticas de nuestro entorno, el ambientalismo no es reducto de anárquicos o hippies, es el futuro sistémico en donde tenemos que colocar nuestro foco.
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* Carolina Dardi – Arquitecta urbanista, Master en Antropología, miembro de la asamblea autoconvocada Tanti Despierta y de la Fundación de Historia y Patrimonio Natural de Tanti.
Muy buena nota de Carolina Dardi. Lamentablemente en Tanti no se le ha permitido desplegar sus conocimientos.